viernes, 14 de febrero de 2014

Mi nuevo hogar digital

Mi blog evolucionó y ahora es un medio de comunicación dedicado a las operaciones para bajar de peso, donde también escribo mi testimonio. Me puedes visitar en www.bariatrico.cl.

sábado, 1 de enero de 2011

Maratón de exámenes pre-operatorios

El doctor me dio una lista de exámenes que debía hacerme... ¡muchísimos!

Tarde "atiné" que las isapres tienen lugares en donde tienen convenios y a veces los exámenes salen muy baratos o a costo cero. En fin, al menos algunos me hice a bajo costo o sin pagar :)

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que ¡hay que llevar la orden! Sí, un par de veces se me olvidó y tuve que volver otro día, cuec.

Endoscopía, espirometría, ecocardiograma dopler, los típicos de laboratorio (¡me sacaron sangre en cantidades industriales), test de esfuerzo (¡uf!), ecotomografía... ya ni me acuerdo de todos, pero creo que me demoré un poco más de dos semanas en hacérmelos todos.

Y cuando creí que había terminado la odisea fui al doc y... resulta que la endoscopía arrojó que tenía esofaguitis crónica, o sea, había que ver qué tipo de reflujo tenía yo para ver si con la operación se sanaría, y si no... no había operación buaaaaa.

Lo que yo entendí es que habían dos tipos de reflujo: uno por acidez y otro porque la tapa del esófago está floja (dicho bien brutamente). Si tenía la segunda, era causa de la obesidad y, por ende, superable con la operación.

Y los exámenes para cotejar todo esto no eran nada de agradables: el primero creo que se llama manometría y te meten una sonda por la nariz para ver la presión que hace la tapa del esófago que, en mi caso, era casi nula. Ese examen dura unos minutos.

Pero el segundo dura ¡24 horas! y es el de la foto: una sonda más delgada conectada a un dispositivo parecido al Holter para la presión, que mide el pH del reflujo durante todo el día. Al comer pan, por ejemplo, la sonda me tiraba la nariz. No era muy cómodo que digamos, ni tampoco muy estético, pero ¡todo por la causa!

Estos últimos dos exámenes no se los tienen que hacer todas las personas que se operarán, sólo las que tienen reflujo, como yo.

Y llegué al doc con las buenas noticias: tenía el reflujo superable con la operación y no el del pH, emitió el informe y comenzaron los trámites, ¡se venía la operación!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Al doctor por primera vez: se inicia el proceso para la operación

Mi papá vino de La Serena, también me acompañó mi prima y mi tía (su mamá, hermana de mi mamá) al doc un lunes después del trabajo. La presencia de mi prima se explica porque es el médico que la operó también, le hizo una manga gástrica hace un año.

Entró toda esta patota a la consulta y yo le dije que me quería operar, así de una. Mi papá le dijo que me había perseguido por dos años para que lo hiciera, mi prima le decía que yo siempre había tenido problemas con el peso y sus enfermedades derivadas, etc.

Creo que al doc, que se llama Álvaro Garay, lo volvimos medio loco jajaja y fue ahí cuando me preguntó si me estaban obligando a operarme y yo le dije que no, que me había demorado dos años en tomar la decisión.

Y allí fue cuando el doctor le preguntó a mi papá por qué tenía tantas ganas de que yo me operara y mi papá le contó su historia y que, en definitiva, quería que yo ganara todos los años que él perdió.

Pues bien, me subió a la pesa y después me comenzó a dar una lista de exámenes que me tenía que hacer. Y salí de ahí con la sensación de que sí, había comenzado el proceso y que ya no había vuelta atrás.

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿Operarme, yo? ¡no quiero!

Mi papá se operó hace dos años y cuando iba a hacerlo me dijo que sería una gran solución para mí. Yo no quería, siempre pensé que la operación era una solución demasiado extrema, además irreversible... ¿y si quería un día comer mucho? ¿me arrepentiría de haberme operado?

La insistencia de mi papá fue mucha y al año deoperado me comenzó a convencer, pero fuimos a la Clínica Las Condes y la doctora me mandó a hacer dieta. Ese día llegué a mi trabajo llorando como una Magdalena, porque iba a ser gorda toda la vida. De todas maneras, hice la dieta y bajé bastante, pero volví a subir meses después.

Por supuesto, mi papá me siguió insistiendo y a mí ya se me había quitado la idea de operarme, pero siguió ininterrumpidamente su plan hasta que, nuevamente, este año comencé a pensar en la idea.

Lo pensé mucho y finalmente me convenció. Los problemas de salud que yo tenía por la obesidad algún día me pasarían la cuenta y ya me veía a mi maarido cuidando a una vieja diabética y gorda...

Para asegurarme un 100% de lo que iba a hacer, le pregunté a muchas personas que se habían operado sobre sus experiencias, y todas me decían que no se habían arrepentido. A la que más le pregunté fue a mi prima y le pregunté si no le daban ganas de comerse un asado completo alguna vez y me dijo que no jeje...

Así es que cuando le dije a mi papá que me decidí a operarme comenzó toda la odisea: pedí hora al doctor Álvaro Garay, quien operó a mi prima y a otras personas exitosamente, y comenzó la aventura.

lunes, 15 de noviembre de 2010

El primer control

Hoy, a 11 días de mi operación, tuve el primer control con el doc y ¡todo bien! Me hizo varias preguntas de rigor y me dijo que siguiera así.

Me recetó Neurobionta, como son tres ampollas debo aplicarme una por mes.

Luego de 10 días de operada me correspondía comenzar a comer papillas, pero como justo tenía control preferí que el doc me diera el "vamos".

Y así fue: puedo comer papilla o colados de guagua. En la foto, disfrutando de mi primera porción, ¡ñam!

Igual como que me dio susto comer, así como me dio susto comenzar a tomar líquido. Es raro sentirse tan satisfecha con algo tan sólido jeje.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Desafíos en casa

En mi recuperación en mi casa he tenido que caminar por la casa, según las instrucciones de los kinesiólogos y del famoso papel de indicaciones que me dio el doc antes del alta.

Ese famoso papel decía que tenía que comprar unas inyecciones anti trombosis y que tenía que ponérmelas por siete días... ¿¡¿¡Quéeeeeeeeeee!?!? Yo nunca me había puesto una vacuna o una inyección sola, pero ahora tenía que "aperrar" no más...

Tuve tiempo para preguntarle a dos enfermeras cómo aplicarlas y cada una me dio una versión distinta jaja, eso sí una me enseñó en el brazo y otra en la guata. El doctor me dijo que era fácil, que era como las inyecciones de insulina. Claro, para él será fácil, a mí me daba susto jeje.

Y bueno, el saldo de mis inyecciones hasta este momento es sólo un moretón jeje. Cada día me costó menos aplicarlas, eso sí me atrevo sólo en el brazo y como soy derecha, las aplico en el izquierdo y ya parezco colador jajaja.

Otro desafío fue preparar el almuerzo y la cena para mi marido y la once para un amigo que me vino a ver. No he sufrido nada, no he tenido hambre y la verdad es que disfruto tanto del aroma de los alimentos que olerlos me encanta, me deja como satisfecha.

Y también... ¡bañarme! El primer día me ayudó mi mamá, porque no puedo mojarme los parches con las heridas de la operación (que, evidentemente, están en mi estómago). Los días siguientes lo he hecho sola, pero es toda una ceremonia.

Hasta el momento, mi recuperación ha sido rápida y sin contratiempos. Hacer todo lo que a uno le indican, al parecer, es la clave.